Esta pintura se inspira en un episodio de la Odisea de Homero:
Odiseo, perdido en el mar, lucha por sobrevivir en medio de una tormenta. Entonces Leucótea, una antigua ninfa del mar convertida en diosa, emerge de las olas para salvarlo, entregándole un velo que lo protegerá y le permitirá llegar a tierra firme.
Odiseo, casi naufragando, simboliza al ser humano en medio del caos, el cambio y la vulnerabilidad.
Leucótea, resplandeciente entre la tempestad, encarna la esperanza, la guía divina y la fuerza que nace de lo eterno.
El mar embravecido y el cielo dramático reflejan el poder incontrolable del tiempo y la naturaleza, ante los cuales el ser humano sólo puede rendirse o aprender a fluir.
La luz que se abre entre las nubes sugiere la idea de renacimiento, de algo que emerge puro después del caos.